Este gran músico mendocino partió físicamente pero nos dejó el legado invaluable
En el mes de mayo pasado, visiblemente emocionado, Mario fue homenajeado por su rica trayectoria, denominándose a la Escuela de Rock de Guaymallén con su nombre.
Durante el reconocimiento, acompañado por su hija y nietas, recordó con videos momentos de su vida y temas musicales, frutos de una valiosa creatividad.
Mátar nació el 30 de septiembre de 1957 y desde muy joven fue músico, compositor y formador de talentos. Un virtuoso como pocos, con un estilo inconfundible; generoso, maestro e inspirador de nuevas generaciones que encontraron en el rock un camino y una expresión.
En el 2010, fue distinguido como Ciudadano Ilustre de Godoy Cruz. A fines de 2016, en el marco de la conmemoración por el Día Internacional de la Música, recibió un reconocimiento a su trayectoria por parte de la Cámara de Senadores, la Secretaría de Cultura y SADAIC.
Con 40 años de brillante carrera, integró las bandas de rock: Altablanca, Raga, Neptuno Club, Salsa Blanca y Zonda Proyeckt. Entre sus creaciones como solista se destacan: «La llave del sendero», «Aún creo en el paraíso», «Neptuno Club», «A través del gran arco», «Attesa silente», «Aldea» y «Aeropuerto de pájaros», que están a disposición del público gracias a la gestión de la Secretaría de Cultura de Mendoza.
Más sobre el camino de un grande
Mario Mátar fue y será siempre uno de los grandes músicos mendocinos. Su estilo para tocar la guitarra, sus avances tecnológicos y su técnica fueron incomparables. Desarrolló una vastísima carrera musical, con proyección nacional e internacional. Desde 1973, integró grupos como Tiempo Después o Altablanca, sin dudas el más influyente de la historia del rock de Mendoza.
Tuvo momentos cumbres en su vida, como cuando en 1984 viajó a Los Ángeles para estudiar en el Musicians Institute de Hollywood, con profesores de la talla de Duanne Deyo y Jorge Strums. De allí, volvió con una guitarra sintetizada digital con MIDI, marca Roland 707, siendo la primera de este tipo en el país.
Un año más tarde, se sumó a la banda que acompañaría a Piero en una gran gira de 10 meses por todo el continente, junto a Los Enanitos Verdes. La historia siguió con Salsa Blanca, con quien estuvo en Italia durante 6 meses. Neptuno Club fue su última grupo, aunque también hizo cosas con Zonda Projeckt.
Mario Mátar se fue de gira dejando una huella única e indeleble y un legado invaluable de expresiones artísticas, que seguirá vivo siempre como patrimonio cultural musical.