La contaminación por este tipo de residuos es uno de los principales problemas en la actualidad. El municipio te enseña a reducirlos, reciclarlos y reutilizarlos para preservar el ambiente
Es un hecho que el reciclaje es una práctica fundamental por muchos motivos: permite preservar el ambiente, mitigar la contaminación, aliviar la presión sobre los recursos naturales no renovables y promover el trabajo digno y formal de los recuperadores urbanos. Dimensionar todos estos beneficios para el entorno y sus habitantes aún parece difícil en la realidad. El error común es creer que todo es basura y, cuando ya no se necesita, se puede descartar como tal. Algo que, lamentablemente, las personas suelen hacer en cauces, acequias, en la vía pública y, en el menor de los casos, en sitios adecuados como contenedores, cestos y puntos verdes. Lo que resulta necesario comprender e interiorizar es: si un elemento puede darle vida a otros a partir de su reutilización no es basura, es un residuo.
El plástico es uno de esos materiales y el principal causante de la contaminación ambiental actual. Se caracteriza por su persistencia: un beneficio para su uso, pero un perjuicio para su desecho. Dependiendo del tipo y de las condiciones en que se encuentre, tarda entre 150 y 1.000 años en degradarse porque está formado por monómeros (molécula de pequeña masa molecular) derivados de hidrocarburos fósiles que no se descomponen ni se asimilan mediante procesos biológicos. Lo que hacen, en cambio, es liberar rellenos, como plastificantes, gas y/o líquidos contaminados, que se descomponen en pedazos más pequeños manteniendo sus propiedades originales. Por eso se acumulan en cantidad, en volumen y sobre todo en toxinas y microplásticos que impactan directamente en el ambiente, con efectos adversos sobre la vida silvestre, el hábitat y los seres humanos.
Frente a esta situación, la buena noticia es que se trata de un elemento completamente apto para su reciclaje. Es decir, mediante un proceso físico y/o químico puede reincorporarse al mercado como materia prima y convertirse en un nuevo recurso. Esto indica que hay cosas que como ciudadanos responsables se pueden hacer: las llamadas «3 R». En primera instancia, REDUCIR, no comprarlo si no es necesario. En segundo lugar, REUTILIZAR, que implica darle todas las vidas posibles antes de desechar el producto, también regalar o donar. Finalmente, RECICLAR, esto es separarlo en origen y depositarlo en los puntos de recepción habilitados para reciclaje inclusivo. Con base en esta política ambiental y en la economía circular, en lo que va del 2022, Guaymallén ha reciclado 38 m3 de telgopor y más de 5.000 kg de plásticos (botellas de bebidas, de aceite vegetal, nylon, envases de productos de limpieza e higiene personal).
Cómo es el proceso de reciclaje del PET
El material ingresa al Centro Verde y es seleccionado en la cinta transportadora según tipo y color. Por ejemplo, PET color, PET cristal y PET aceite. Tras su clasificación, se enfarda para optimizar el espacio de acopio y la logística. Posteriormente, la cooperativa de recuperadores urbanos lo comercializa para su reciclaje. En el caso del PET, el proceso continúa con acciones de molienda, lavado, desinfección, centrifugado y secado. Así, se produce una escama, que sirve para fabricar otros productos.
Una de las empresas locales dedicada a esta tarea es Gerplast, con 15 años de trayectoria y 6 de antigüedad como planta recicladora. Comenzaron revendiendo bolsas con una compañía de Buenos Aires, a lo que luego sumaron empaque y embalaje con materiales reciclados. Cuando hubo escasez de estos productos por falta de materia prima, les ofrecieron iniciarse en el reciclaje. Sus dueños, Osvaldo y Esther, están convencidos de que si la sociedad tuviera noción de cómo se manejan los materiales a recuperar, la conciencia sería otra. Así como también el valor que merecen los recuperadores por encargarse de separar, recolectar y clasificar.
De acuerdo al tipo, son múltiples los objetos que pueden obtenerse al darle una segunda oportunidad al plástico en desuso:
– PET (tereftalato de polietileno): presente en las botellas de bebidas y de aceite. A partir de su reciclaje se pueden elaborar productos como bolsas de dormir, cortinas, escobas, alfombras, textiles, entre otros.
– PEAD (polietileno de alta densidad): se encuentra en envases de leche y productos de limpieza. Tras reciclarse, se pueden hacer macetas, recipientes plásticos y/o envases de detergente.
– PEBD (polietileno de baja densidad): está en bolsas y en films plásticos. A partir de ellos se pueden elaborar nuevas bolsas o madera plástica.
– PP (polipropileno): lo contienen los envases de yogurt, sorbetes y tapas de gaseosa. Al reciclarlos, se pueden fabricar vigas de plástico y cajas de baterías.
– PS (poliestireno): es conocido comúnmente como telgopor y está presente en envases descartables, potes de helados y en protectores de elementos frágiles. Muchos cometen el error de pensar que este material no es reciclable, cuando puede reutilizarse para nuevos envases, embalajes o aislantes térmicos y acústicos de construcción.