La Municipalidad de Guaymallén invita a la inauguración de la muestra fotográfica “El camino de las partículas”, a cargo de Agustín Martínez. El encuentro será el viernes 15 de noviembre, a las 20h, en el Centro Cultural Pascual Lauriente. En la ocasión, el artista estará acompañado por Celina Jury con música en vivo y la editora Natalia Flores con literatura.
La exposición estará disponible hasta el 16 de diciembre y podrá ser visitada de lunes a viernes, de 9 a 18h, en Bandera de Los Andes 8956 de Rodeo de la Cruz. La entrada es gratuita.
Acerca del autor
Agustín Martínez es músico, compositor, profesor de bajo y fotógrafo. Cursó los primeros años de la Licenciatura en Música en la UNCuyo y tiempo después adquirió su primera cámara. Ha cursado talleres con reconocidos fotógrafos y sus trabajos han sido publicados en medios digitales.
Sus fotos se funden entre lo artístico y el fotoperiodismo, teniendo como protagonistas al tiempo y la cotidianidad de la gente, enfatizando sus costumbres y sus creencias, siendo la calle el principal escenario.
Sobre “El camino de las partículas”
La muestra pone en foco la vida y el paso del tiempo en diversos pueblos y parajes, en especial de la región cuyana y el noroeste argentino. Entre las mayores constantes se aprecia la fe como un enorme sostén de las personas, con diferencias casi imperceptibles entre la religión, el fanatismo y la santería. El vívido recuerdo de los muertos los transforma en pilares de la sociedad actual. Las imágenes muestran lo más humano que tenemos: la vida misma, de principio a fin, y todo lo que está ahí esperando a ser visto, hasta lo más minúsculo.
“Cuando el tiempo se conjuga en presente no hace más que mirarse el ombligo. Sin embargo, levanta la cabeza y observa todo lo que pasa a su alrededor en cada recodo del país. Los caminos trepan casi todas las montañas. A la vera de la ruta, la tierra muerde y aplasta a los seres humanos. Es hambre y devoción por lo existencial. La tierra entrega sus vísceras a las manos obreras. Luego hombres y mujeres la suturan con cruces y altares de piedra.
Cuando el tiempo se conjuga en memoria, los ciclos simbolizan una repetición vital. Los lugareños despiertan dóciles a su rutina: las conversaciones en las esquinas, el ritual de la siesta, las caninas compañías, las paredes de adobe, las plegarias a los difuntos, las promesas como una urdimbre. El mundo es una partícula de polvo permanente y viajera”, relata el autor.