Protagonistas que construyeron y siguen aportando al progreso del departamento.
Con el fin de destacar la trayectoria y el esfuerzo de comerciantes, industriales, productores e instituciones deportivas, culturales y sociales locales, la Municipalidad de Guaymallén entregó los premios «Cacique Guaymaré»; distinción para quienes apostaron 40 años o más al departamento, con sus mejores productos y servicios.
A partir de esta propuesta, declarada de Interés Municipal por el decreto 2917-20, fueron distinguidas 45 firmas y entidades, con un diploma y una pieza artística. Las obras de arte fueron todas realizadas por Fabián Álvarez, Federico Arcidiacono, Beatriz Delbono y Alejandra Civit, reconociendo de esta forma, además, la creatividad de los artistas locales.
Es importante destacar que la entrega de los premios será publicada por etapas.
. Fábrica de Galletas Ducida:
En 1965, José Aznar, idealista y generador de fuentes de trabajo; Edmundo Miralles, reconocido panadero; y Daniel Flores, un viajante de importantes marcas, se unieron para fundar la histórica empresa Ducida.
Comenzaron con un pequeño horno túnel de 6 metros de largo y 40 centímetros de boca, a fin de lograr un producto industrializado en Mendoza, con buen valor agregado y más posibilidades de colocarlo en el mercado.
Tanto esfuerzo tuvo su recompensa y debieron comprar lotes aledaños para ampliar la fábrica donde actualmente se lleva a cabo la elaboración y empaque a granel de todas las variedades de galletitas; siempre con el concepto de producción artesanal o semi industrializada de excelente calidad.
Llevan 56 años de comercialización a través de mayoristas y distribuidores, y en menor escala, fraccionado para cadenas mendocinas de supermercados.
El prestigio de esta firma se basa en el empeño constante y la confianza que ha ganado y mantiene con el paso del tiempo; además de sus tradicionales recetas con sabores inigualables.
. Distribuidora Don Justo:
Justo Carlos, después de haber trabajado durante mucho tiempo como repartidor, en el año 1980 logró independizarse e inaugurar su distribuidora; gestión que no hubiera sido posible sin su amplia experiencia y el esfuerzo de toda la familia.
El primer depósito funcionó en calle Barraquero de Guaymallén, pero su fundador se empeñó hasta concretar el anhelo de ofrecer mejores servicios a los clientes. Fue así que se trasladó a un establecimiento más amplio en Espejo y Berutti de Dorrego, donde atiende actualmente.
Esta empresa familiar distribuye productos de copetín, golosinas, galletas, entre otros; siempre con el concepto de optimizar precio, calidad y variedad.
Don Justo ha transmitido sus valores de humildad, trabajo en equipo y respeto a sus hijos y nietos, que permanecen unidos en la lucha diaria por seguir creciendo. El fruto de esta fórmula se puede ver en su permanencia dentro del circuito económico y en el apoyo del público, tan numeroso como leal, con quien mantienen una relación directa y afectuosa.
. Autoservicio Los Tres Hermanos:
Pertenece a la familia Atur, que eligió a Guaymallén para afincarse y ser parte de su historia. Si bien Teófilo «Chito» Atur comenzó con un antiguo almacén durante el año 1955, uno de sus grandes sueños se hizo realidad el 5 de junio de 1970, cuando con sus hermanos José y Eusebio inauguraron el primer supermercadito de Los Corralitos. Tres grandes emprendedores que con ímpetu y sacrificio alcanzaron lo imposible y generaron muchas fuentes laborales.
Ese nuevo local, atendido mayormente por familiares y provisto de góndolas, carritos y el sistema de autoservicio, fue todo un suceso para la época. Los inicios implicaron mucho esfuerzo, compromiso y pasión, que compartieron con Jalimi, Mercedes y Nadime, esposas de los fundadores y sus hijos.
Desde su nacimiento se priorizó el trato afectivo con los clientes, que llegaban desde distritos aledaños como La Primavera, Colonia Segovia, Puente de Hierro e inclusive desde el departamento de Lavalle. En este contexto, contó siempre con los artículos que más necesitaba la gente, de ahí la frase popular “Los tres hermanos, el amigo del ama de casa”, tratando de ofrecer un servicio más que un negocio.
Al principio, la confianza depositada en su público permitió que dieran créditos que pagaban anualmente cuando recibían el salario de la cosecha; hasta que la inflación y la descapitalización frenaron esta opción. Aún así, don “Chito” es recordado por ayudar a quienes tenían pérdidas a la hora de cosechar.
En el año 86, Eusebio y José Atur cambiaron de rumbo con otras actividades y la firma quedó en manos de Teófilo y sus tres hijos. Más tarde, dos de ellos inauguraron una casa de artículos del hogar y otro comercio también denominado “Los tres hermanos” en la feria del acceso. Mientras que Karim Atur se hizo cargo de la administración del tradicional autoservicio en Los Corralitos.
Superaron los avatares económicos y sociales con el trabajo sostenido de todas las personas que pasaron por la empresa y el apoyo de sus fieles clientes. Además, propulsaron el desarrollo personal de sus empleados, que no solo imitaron el vínculo estrecho con la clientela sino que fueron formados, incentivados y acompañados para progresar con sus propios emprendimientos.